El dilema de cómo enseñar lectura en California

En el sistema de justicia juvenil de California, muchos estudiantes de preparatoria se gradúan con habilidades de lectura de nivel primaria

Casi una tercera parte de todas las evaluaciones aplicadas eran para niveles K-6, aunque durante esos cinco años, ni un solo estudiante estuvo cursando debajo del octavo grado.

El personal de la biblioteca del Condado Alameda cubre cualquier escrito que los niños hayan hecho en los libros que piden prestados de la biblioteca de la correccional juvenil.
Crédito: Betty Márquez Rosales/EdSource
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Muchos adolescentes que han pasado tiempo en las instalaciones de las correccionales juveniles de California obtienen diplomas de preparatoria a pesar de que cuentan con habilidades de lectura de nivel primaria.

Durante un lapso de cinco años, iniciando en el 2018, el 85% de estos estudiantes que se graduaron de preparatoria y presentaron un examen de lectura correspondiente a doceavo grado no lo aprobaron, según datos de la División de Justicia Juvenil (DJJ), la agencia que se encarga de la operación de las instalaciones estatales para jóvenes.

Lo que es más, más de una quinta parte de todos los estudiantes obtuvieron resultados de un nivel de grado más bajo, lo cual muestra que tan atrasados están estos estudiantes. Ni un solo estudiante durante ese lapso de cinco años estaba por debajo del octavo grado y sin embargo casi un tercio de todos los exámenes que se aplicaron eran para grados de nivel K-6, según los datos.

“Tienes a niños que obtienen sus diplomas de preparatoria y que ni siquiera son capaces de leer ni escribir, y eso para mi es una tragedia,” dijo Crystal Anthony, cofundadora de Underground Grit, una organización que ayuda a los jóvenes del condado de Orange cuando salen de las instalaciones de la correccional.

Crédito: Underground Grit

Underground Grit en un reciente evento comunitario y de recolección de juguetes. La organización, con sede en el condado de Orange, crea planes integrales de reintegración para jóvenes que han sido encarcelados.

La edad promedio de los jóvenes de la DJJ es de 19 años, pero puede variar entre los 14 y los 25. Y aunque la mayoría son niños y hombres jóvenes, estos números también incluyen a niñas y mujeres jóvenes.

En el sistema de justicia juvenil de California no es un fenómeno nuevo que se otorgue un diploma de preparatoria cuando no se cuenta con habilidades de lectura del nivel de grado. El condado de Los Ángeles fue demandado a causa de esto en el 2010. Este retraso en el nivel de lectura existe tanto en las instalaciones para jóvenes a nivel estatal, como en las que existen al nivel del condado, según confirmaron funcionarios. Los expertos señalan que el tema es multifacético incluyendo un sistema de recuperación de crédito en línea que ha recibido críticas por permitir que los estudiantes puedan graduarse con menos de 160 créditos, además de que cuenta con información incompleta sobre los exámenes y porque sus instalaciones que parecen prisiones y hospedan a los jóvenes durante periodos que son variables.

Anthony y cinco otros entrevistados para este artículo, que provienen de todo el estado, expresaron su frustración por la desconexión que existe entre la graduación y los bajos niveles de habilidades de lectura. Este lamento se repite a través del sistema, comenzando por el nuevo director del programa de justicia juvenil, pasando por los investigadores, los trabajadores sociales y los educadores de los jóvenes.

Ciclo de drogas y arrestos

Durante años, Adam Solórzano estuvo atrapado en un ciclo de drogas y arrestos. Creció en Westmorland, una zona agrícola en el condado Imperial, en el sur de California. Dejó de asistir repetidamente a la escuela durante la secundaria y para cuando cumplió 15 años ya era adicto a las drogas. Entraba y salía de cárceles del condado por acusaciones relacionadas con las drogas, hasta que tuvo alrededor de 21 años de edad.

Eventualmente, siguiendo la recomendación de un amigo obtuvo su diploma de preparatoria en una escuela para adultos local. “Pasé de ser una persona que abandonó la preparatoria y que sentía que no iba a lograr nada en la vida, a obtener mi diploma de preparatoria a los 22 años — pero nada cambió,” dijo Solórzano. Un hecho que fue fundamental: Él leía a nivel de sexto grado, pero en ningún momento durante el tiempo que estuvo ciclando por el sistema de justicia juvenil, las escuelas públicas, o la escuela local para adultos, se le dió atención a sus escasas habilidades de lectura y escritura.

Todo cambió cuando se inscribió en el colegio comunitario del distrito Grossmont-Cuyamaca. Hasta la inscripción fue un obstáculo: no leía lo suficiente para poder completar los formularios en línea. Meses después, finalmente pudo hacerse de la valentía suficiente para pedir ayuda. “Ella apretó un par de botones y ya estaba inscrito como estudiante,” dijo.

Fue hasta entonces, al cumplir 25 años que alguien le aconsejó inscribirse en cursos de inglés remedial, escritura y matemáticas — los cuales cursó tan rápido que pronto se le ofreció un trabajo dando tutorías a otros estudiantes que iniciaban.

Crédito: ADAM SOLORZANO

Adam Solórzano y su hijo, a quien él disfruta llevar de excursión para atrapar insectos.

Algunos miembros de su familia le cuestionaron sus búsquedas académicas pero él siguió adelante, y eventualmente se conectó con Underground Scholars, una organización que apoya a los estudiantes que se abren camino por la educación superior cuando salen de la cárcel.

Hoy, Solórzano tiene 30 y está inscrito en el programa de maestría en periodismo de la Universidad de California en Berkeley, en la cuál también obtuvo su licenciatura en Literatura Comparada. “Ha sido un largo viaje,” dijo Solórzano, quien se refirió a su experiencia académica como “una locura,” que lo condujo a UC Berkeley, una universidad de la que nunca había escuchado.

‘Debería avergonzarnos…’

Su historia no es poco común, de acuerdo con los expertos.

Katherine Lucero, directora de la Oficina de Restauración Juvenil y Comunitaria, la nueva oficina estatal que conduce el sistema de justicia juvenil, conoce los retos. “Una de las cosas que queremos saber acerca de cada una de las instalaciones es: Si es que han descubierto a un joven que no sepa leer ¿tienen los recursos para poderle ayudar a leer?” dijo. “Es horrible que una persona joven tenga que ser encarcelada por cualquier periodo de tiempo — pero en caso de que un juez condene a un joven por varios años, deberíamos avergonzarnos si no hemos hecho todo lo posible para que ese joven salga de ahí con toda la educación que pudiera llegar a desear.”

Los estudiantes en las instalaciones de la DJJ que no han concluido la preparatoria, leen en promedio en un nivel de sexto grado, según Lucero, quien se basa en información que le ha dado a conocer el estado.

CRÉDITO: JOSIE LEPE

Katherine Lucero directora de la Oficina de Restauración Juvenil y Comunitaria en la Agencia de Servicios Humanos y de Salud de California.

Kim Rigg, superintendente educativa de la división de escuelas de justicia juvenil, reconoció que a pesar de una estancia promedio de dos años, los jóvenes pocas veces mejoran para llegar a su nivel de grado. “Lo típico es que logren una mejora de uno a tres años de nivel de grado,” escribió Rigg en un correo electrónico.

La verdad es que sí nos llega mucha juventud con problemas, que no estaba en la mejor situación socialmente, y eso los impactó en lo académico,” dijo. “Los jóvenes de la DJJ son sensibles a los incentivos y generalmente no están motivados para sacar buenas calificaciones en los exámenes estandarizados, en los cuales no hay recompensas.”

Otro problema es que los datos de resultados de exámenes están incompletos. Generalmente es difícil acceder a la información educativa de los estudiantes encarcelados, en parte debido a temas de privacidad, a que la información proporcionada está incompleta y a la falta de evaluaciones que sean adecuadas  para las necesidades de los jóvenes encarcelados.

El enfoque en la educación de lectura de los jóvenes encarcelados se da en un momento crucial para California ya que en julio estará transfiriendo la operación de las instalaciones para jóvenes del estado a los condados. Los jóvenes que se encuentren en las instalaciones estatales serán asignados a una de las 36 unidades seguras recién diseñadas, que se encuentran dentro de instalaciones juveniles existentes, a lo largo de todos los 56 condados del estado.

Crédito: La División de Justicia Juvenil (DJJ)

Kim Rigg es la superintendente educativa en la División de Justicia Juvenil (DJJ). Previamente fue asistente del superintendente educativo en la DJJ a partir del año 2017.

Si bien los funcionarios dicen que la educación es una prioridad, los detalles no se especifican en la ley estatal que ordena el cambio, ni en los planes para llevarlo a cabo. Finalmente, cada oficina de educación del condado decidirá cómo es que el currículo para los jóvenes cumplirá con los requerimientos de educación del estado.

“Debido a que la Oficina de Restauración Juvenil y Comunitaria (OYCR por sus siglas en inglés) es la que orienta la transición estatal hacia una justicia juvenil guiada por los condados, mejorar los resultados educativos para los jóvenes es una de las más altas prioridades,” escribió un vocero en un correo electrónico. “Cuándo los jóvenes tienen acceso a oportunidades educativas, están más preparados para una exitosa transición a la edad adulta. La OYCR es optimista en cuanto a los esfuerzos que realizarán los condados para mejorar los resultados educativos de los jóvenes que estén involucrados con la corte y seguirá compartiendo buenas prácticas, recursos y asistencia técnica para apoyar en el logro de estos objetivos.”

La transición en la educación de los jóvenes encarcelados también se da en un momento en que padres y maestros a nivel nacional, y en California, están demandando que se adopte un enfoque que incluya a todos los alumnos, con el fin de mejorar los bajos resultados en los exámenes, por medio de la adopción de Phonics y “la ciencia de la lectura.”

En la DJJ, la cual ha operado preparatorias ubicadas dentro de cuatro instalaciones juveniles, los educadores se han basado en evaluaciones de Phonics y en programas de alfabetización estructurada, tales como el Programa de Lectura Wilson Just Words. Los currículos de los condados varían, aunque el condado de Los Ángeles ofrece un ejemplo: se basa en dos programas, Read 180 y System44, los cuales se enfocan en conciencia fonémica, comprensión de lectura y decodificación a través de una instrucción sistemática y explícita además de una práctica individualizada.

Un problema con décadas de antigüedad

En el sistema de justicia juvenil las alertas relacionadas con el hecho de que a los jóvenes les faltan habilidades de lectura se remontan décadas atrás.

Un estudio a nivel nacional de 1978 descubrió que más de un tercio de los jóvenes en el sistema de justicia estaban leyendo por debajo del nivel de cuarto grado. Otras estadísticas han mostrado que 85% de los jóvenes que se encuentran en el sistema de justicia del país tienen dificultades para leer y que alrededor del 40% de los estudiantes de 10º grado, leen por debajo del nivel de cuarto grado.

“Considerando que ser competente en lectura es un factor crítico para el éxito académico… brindarle instrucción intensiva en lectura a los jóvenes detenidos y encarcelados tiene el potencial de aumentar las posibilidades de un retorno exitoso a la escuela después de que sean liberados y de reducir las posibilidades de que reincidan,” escribieron los autores de un estudio del año 2013 que muestra que la raza, la edad y las discapacidades de aprendizaje juegan un rol significativo en las habilidades de lectura de los estudiantes encarcelados.

Una demanda colectiva del año 2010 reveló que a algunos jóvenes del condado de Los Ángeles se les otorgaban diplomas a pesar de no estar alfabetizados. Finalmente se alcanzó un acuerdo en el cual el condado implementaría evaluaciones de lectura y programas de intervención, entre otras reformas.

Actualmente, los jóvenes suelen llegar con un nivel de lectura de cuarto grado, según Diana Velásquez, directora ejecutiva de programas educativos en la Oficina de Educación del condado de Los Ángeles

Los estudiantes son sometidos a una evaluación de lectura al llegar y posteriormente se vuelven a examinar una vez cada 90 días. A aquellos que obtienen resultados por debajo de su nivel de grado, se les asigna un especialista para trabajar personalizadamente a diario.

Sin embargo, algunos dicen que el programa de recuperación de créditos del sistema de justicia, el cual se implementó en parte debido al acuerdo judicial, incentivó a los jóvenes a dejar de tomar clases de regularización, las cuales pueden aumentar sus habilidades de lectura, ya que les emociona la posibilidad de poder graduarse antes. Este proceso que se aprobó con la iniciativa de ley 216 de la Asamblea en el 2016, le permite a ciertos jóvenes — como aquellos que están encarcelados, jóvenes en cuidado Foster o migrantes recién llegados — graduarse con un menor número de créditos académicos. La intención de la iniciativa de ley es quitar barreras para aquellos jóvenes que tienen un acceso inestable a la educación.

“Entiendo la intención … pero esos son los niños que han dejado este lugar sin saber leer,” dijo Florence Avognon, una educadora en las instalaciones juveniles del condado de Los Ángeles.

Velásquez dijo que su equipo trabaja para garantizar que los estudiantes no salgan de ahí sin saber leer, aunque se gradúen con menos créditos.

“Había algunas medidas preventivas que necesitaban implementarse al entrar en vigencia la AB216 ya que a los estudiantes se les estaba brindando esa oportunidad para graduarse,“ dijo Velásquez. “Y para nosotros, eso … se convirtió en ver los resultados de estos exámenes antes de decirles que los íbamos a aprobar y darles un diploma.”

Sin embargo, un análisis de la información de las evaluaciones de lectura del condado de Los Ángeles, muestra que no se llevó a cabo la verificación de dominio de lectura en todo el condado. Muchos estudiantes no realizaron la evaluación inicial ni el seguimiento dentro de los tiempos requeridos, de acuerdo con una investigación reciente que realizó el Centro para la Transformación de Escuelas de UCLA.

La información también puso al descubierto algunos patrones inexplicables en la capacidad de lectura de los estudiantes. Algunos estudiantes en el primer examen resultaron con un nivel de lectura de segundo grado y mejoraron a un nivel de onceavo grado para el segundo examen, o viceversa.

“Esa es una diferencia masiva, lo cual te dice que el chico estaba endemoniadamente traumatizado cuando ingresó, o se resistía y no lo quería hacer,” dijo Ángela James, directora del centro y principal autora de la investigación.

Los cambios dramáticos parecen sugerir que les impacta negativamente aprender en un ambiente que es similar a una prisión, dijo. Los casos en los que esto sucedió no eran la norma, pero eran suficientes para modificar el promedio de la información. “En este asunto, el hecho es que los chicos que están encarcelados, se encuentran en una circunstancia muy traumática,” dijo James. “Muchos de ellos tienen necesidades educativas que no han sido satisfechas desde antes de llegar.”

Transformando la justicia juvenil

California encarceló a más de 4,100 jóvenes en el año 2019. Si bien el índice de encarcelamiento de jóvenes ha disminuido en las últimas décadas, el número de jóvenes negros y latinos encarcelados sigue siendo desproporcionadamente alto, y representan aproximadamente al 90% de la población. Entre el 30% y el 35% de los jóvenes son “designados como de educación especial,” de acuerdo con la DJJ. Cerca del 95% de todos los jóvenes encarcelados son niños y hombres jóvenes.

En el 2017, la DJJ reportó que el 74.2% de los jóvenes que fueron liberados durante el año fiscal 2012 fueron arrestados nuevamente, más del 50% fueron arrestados por nuevas delitos, y cerca del 40% regresaron a la custodia del Estado dentro de los siguientes tres años de haber sido liberados de las instalaciones de la DJJ.

Desde hace mucho tiempo se ha establecido como fundamental el acceso a la educación para disminuir los índices de reincidencia — hasta en un 43% de acuerdo a una investigación de 2013 qué llevó a cabo un análisis que abarcaba los estudios realizados acerca del tema durante un periodo de 31 años iniciando en 1980.

“Al final del día, será nuestra responsabilidad decir: ¿Hicimos un buen trabajo? Y ya no podemos culpar a la DJJ por ese índice de reincidencia,” dijo Lucero.

Aunque la responsabilidad sobre los jóvenes encarcelados se transferirá del estado a los condados con el fin de reformar el sistema de justicia, algunos defensores  dicen que les preocupa que no resolverá el tema del acceso a información adecuada sobre educación, ni tampoco buscará satisfacer la necesidad de un mayor enfoque en que se brinde educación de alta calidad. Esta es una preocupación que, según Lucero, la directora de la agencia estatal, se está priorizando.

Ésa es la razón por la cual es aún más importante que los condados se preocupen de esto, porque no va a haber ningún lugar donde esconderse, ni a quien echarle la culpa, ni decir que es la responsabilidad de alguien más,” dijo. “De lo que sí estoy segura es de que las personas capacitadas por el gobierno van a estar criando a estos chicos, por lo cual tenemos que hacer de esto una prioridad.”

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